Eres víctima de un accidente de tráfico. Se te acumulan las facturas médicas, los gastos médicos y farmacéuticos de tu bolsillo, por no hablar del importante dolor y sufrimiento. El accidente también te ha dejado sin trabajo.
¿Pueden pagarte los salarios perdidos?
Absolutamente. La ley de Georgia permite a las víctimas de accidentes de coche y otros casos de lesiones personales recuperar en juicio los salarios perdidos de la parte culpable. Por tanto, suele ser un factor importante a la hora de determinar el valor potencial de un caso. Cuando una intervención quirúrgica u otra lesión grave ha mantenido a una víctima sin trabajar durante meses, estos daños pueden ser muy cuantiosos, sobre todo si los ingresos de la víctima eran importantes en el momento del accidente.
Los salarios perdidos deben alegarse con cierto grado de certeza. El jurado no puede especular sobre cuánto puede haber perdido la víctima por estar sin trabajo. La carga de la prueba recae en la víctima, que debe demostrar la pérdida de una cantidad concreta de dinero a causa del accidente. No importa si la víctima llegó a cobrar esos días de baja laboral del empresario, de un plan de incapacidad a largo plazo, o si simplemente cogió días de baja por enfermedad o vacaciones para cubrir su baja. La pérdida suele calcularse en función de la tarifa media por hora que cobraba la víctima y de cuántas horas faltó realmente al trabajo. Suele ser una cuestión de matemáticas sencillas que permiten al jurado hacer un cálculo fácil para valorar el lucro cesante real.
Pérdida de ingresos futuros y pérdida de capacidad laboral
Un análisis más subjetivo en los casos de lesiones personales es cuando las lesiones perjudicarán significativamente, o hacen imposible que la víctima se gane la vida como consecuencia de las lesiones sufridas en el accidente. Suele ser un factor de indemnización cuando la víctima ha sufrido un tipo de lesión grave, permanente y que le ha cambiado la vida. Por ejemplo, si la persona sufre una lesión cerebral importante, es posible que no pueda desempeñar el mismo trabajo de oficina que tiene ahora. Esto abriría la puerta a importantes indemnizaciones por lucro cesante, ya que los trabajos que ahora pueden ser capaces de desempeñar pagan mucho menos que su trabajo anterior al accidente. Por ejemplo, imagina que la víctima era un profesional de la informática que ganaba más de 100.000 dólares al año antes del accidente. Tras el accidente, sufrieron un traumatismo craneoencefálico que les imposibilitará realizar su trabajo. En cambio, tendrán que ganar algo más cercano al salario mínimo durante años, o posiblemente para siempre, debido a esta incapacidad. Los salarios perdidos en ese caso se valorarían obviamente en cientos de miles de dólares, posiblemente millones de dólares. Si una víctima va a quedar parapléjica o tetrapléjica, pierde un miembro o tiene algún otro tipo de desfiguración permanente, que afectaría gravemente su empleo, también podría haber un elevado lucro cesante.
Demostrar este lucro cesante suele implicar el testimonio experto de un actuario o economista que pueda declarar cuánto dinero podría ganar la víctima a lo largo de su carrera si no se hubiera lesionado, frente a cuánto ganará probablemente ahora que ha sufrido la lesión debilitante.
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